| Samantha_Katherina |
| | HOLA MIS DIVAS BELLAS
HOY NOS VAMOS DE VIAJE!!!!!!
A QUIEN LE GUSTE VIAJAR AL ESTILO "MOCHILERO" TOMEN NOTA
DISFRUTENLO!!!
CAPITULO III (Primera Parte)
Luego que el avión de Alitalia se elevara sobre cielo internacional, el viaje transcurrió con total normalidad. Las nubes de hielo se disiparon en el Atlántico y permitieron que el vuelo se mantuviera sin turbulencias fuertes. Marín, Bühler e Izambard durmieron de un tirón durante todo el trayecto. Miller, por su parte, apenas logró cerrar los ojos por un breve tiempo, los “duendecillos saltarines”, como apodo a los niños que se encontraban en su cabina, no se quedaron quietos ni un solo instante durante todo el vuelo; además, tenía muchas cosas en que pensar.
A las 15:45 horas, tiempo de Roma, el Vuelo 456 de Alitalia proveniente de Vancouver, aterrizó en el Aeropuerto de Fiumicino “Leonardo Da Vinci” de la capital italiana. El clima estaba mucho mejor, por lo que los vuelos al resto de los destinos hacía días que habían sido restituidos a su horario habitual. Marín, Bühler, Miller e Izambard, descendieron por el túnel de gusano hasta el interior del aeropuerto. Al principio los invadió una sensación extraña: estaban caminando por el aeropuerto con la misma normalidad de hacía diez años atrás, sin guardaespaldas, sin apuros, sin personas gritando sus nombres o halándoles las mangas… como personas completamente normales; fue una sensación muy agradable para los cuatro.
Habían acordado previamente caminar separados por una distancia prudencial, aparentando andar solos; aunque estaban seguros que aquel individuo que los acechaba lo habían dejado en Canadá, no querían correr riesgos, por lo cual cada uno entró a los sanitarios que se encontraban a lo largo del terminal aéreo, prefiriendo en los que habían más personas para, rápida y disimuladamente, cambiarse la ropa que llevaban puesta, por la muda de sudadera, chaqueta y gorro que habían colocado en sus bolsos de mano. El tumulto a la entrada y salida del sanitario podía confundir a cualquiera que, por si las dudas, hubiese podido seguirlos.
El manos libres jamás les había sido más útil que en ese momento. En modo conferencia podían estar en contacto permanente sin siquiera sacar el celular de sus bolsillos. Bühler había tenido una idea desde que acordaron huir a Roma.
-Escuchen – dijo el suizo – Vamos a dirigirnos hacia el fondo, en el anden 24, junto a una terminal que tiene un letrero que dice “Ferrovie Laziali. Allí encontraremos unos ferrocarriles llamados “Leonardo Express”. Son los que nos van a llevar hasta la estación de trenes Termini, en el centro de Roma. Salen cada media hora.
Un breve silencio. Los demás no sabían si Bühler hablaba en serio. Ni siquiera antes que se conformara Il Divo habían usado el servicio de autobuses eléctricos, ni mucho menos un tren para llegar al centro de la ciudad.
-Supongo que no estarán esperando a un chofer a la entrada del aeropuerto ¿verdad? – bromeo Bühler – Vamos, tenemos mucho que recorrer.
En efecto, encontraron el Leonardo Express en el lugar indicado, partiendo a las 16:52 hora de Roma.
EL “Leonardo Express es un servicio de ferrocarriles que comunica al Aeropuerto Fiumicino con la Estacion de Trenes Termini. Muy usado por los nacionales italianos y por los extranjeros que visitan la ciudad con frecuencia. Con un costo por adulto de 14 Euros, cada tren ofrece un servicio de primera clase, con aire acondicionado. Bühler entró al expreso seguido por sus colegas. El vehículo estaba repleto; a cada momento levantaban la cabeza disimuladamente para cerciorarse si no había alguna persona con actitud sospechosa. Treinta minutos exactos duró el recorrido hasta llegar a la Estación de trenes Roma Termini.
Termini es la estación central del sistema ferroviario italiano contando con casi 225.000 metros cuadrados de superficie, distribuidos en once edificios con diferentes pisos. Cuenta con todos los servicios imaginables que pueda necesitar un viajero. En el argot popular, así como “Todos los caminos conducen a Roma”, Termini puede llevarte por cualquier camino; y es que sus destinos no solo pueden conducir hasta las principales ciudades de Italia, sino también para el resto de Europa. Una de las grandes ventajas, es que en sus alrededores se pueden encontrar decenas de Restaurantes y Hoteles económicos, pero de muy buena calidad.
-¿Qué haremos luego de llegar a Roma? – dijo Marín - ¿Buscaremos un hotel o qué?
-Nada de eso – dictaminó Bühler- Apenas lleguemos a Roma tomaremos otro tren que nos llevará hasta Campobasso y luego…
-¿Hasta dónde? – le interrumpió el español - Urs espero que todo lo que estás diciendo es porque llevas un mapa en tus manos. ¿Acaso piensas llevarnos a recorrer toda Italia?
- Urs, ¿Sabes al menos a donde nos llevas? – por la voz de Izambard este no parecía muy confiado.
- No se preocupen – respondió con tranquilidad - Iremos a casa de un amigo
- ¿Un amigo? ¿No querrás decir más bien “Una Amiga?” – dijo Miller con picardía.
- Sólo traten de no quedarse muy atrás – dijo Búhler haciendo caso omiso del comentario de Miller – El caos de Aeropuerto no es nada comparado con el que vamos a encontrar en la Estación Termini en Roma.
-Uhhhhhh. “Helvético” tiene secretossssss
"Helvético" tenía razón. Al llegar a la estación central ubicada en pleno centro histórico de Roma, el enorme edificio no se daba abasto con la inmensa cantidad de viajeros que buscaban tomar su rumbo hacia el resto del país. Bühler les indicó a sus colegas hacia donde debían dirigirse para comprar sus tickets y el lugar en donde debían abordar el tren, pero luego resolvió que era mejor que le siguieran y así no tendrían ningún problema. Fue tal la seguridad que les manifestó el suizo, que los demás optaron por obedecerle y no hacer preguntas, después de todo, en ese ambiente eran unos completos extranjeros.
Luego de comprar los tickes se dirigieron hasta el área de embarque y abordaron el tren, que por cosas de Dios, partía en menos de quince minutos. La salida fue puntual. Tres horas duraría el trayecto desde Roma hasta la ciudad de Campobasso, capital de Molisse, una región situada en el centro-sur de Italia, entre los Apeninos y el Mar Adriático. Esta región, a pesar poseer una incomparable riqueza en cuanto a naturaleza, historia, arte y tradiciones, aún es muy poco conocida. Su territorio, principalmente montañoso y accidentado revela inesperados y magníficos paisajes coronados por escenarios naturales aún sin contaminar. Su milenaria historia y cultura puede ser descubierta visitando increíbles sitios arqueológicos, conventos, castillos y numerosos pueblos que parecieran haberse congelado en el tiempo. La supervivencia de costumbres y tradiciones y la práctica de los oficios antiguos, desaparecidos por completo en el resto del país, convertían a Molisse en un “pequeño mundo antiguo”.
Acabando de llegar a la Estación ferroviaria de Campobasso, lo primero que notaron es que era más modesta, consistente en un edificio que más se parecía a las estaciones de trenes de los años 40 que se observan en las películas románticas de la era de oro del cine italiano.
Pero lo más sorprendente, fue el transbordo que realizaron. Al descender del tren proveniente de Roma, Bühler les guío hasta uno de los extremos de la estación, allí estaba lo que parecía ser un pequeño vagón, pero en realidad era el tren que los llevaría a su próxima parada. Afortunadamente, solo estaban ellos como pasajeros en ese vehículo, al que le sonaba hasta la última tuerca a medida que avanzaba sobre esos rieles y se adentraba en aquellas nevadas montañas. Al estar solos ya podían hablar libremente, nadie los había seguido.
-¿Hacía donde vamos Urs? –pregunto Izambard
-Nos dirigimos a Sepino – respondió – Es un pueblo en las montañas del Molisse.
- ¿Y allí vive tu “amigo”? ¿O tendremos que abordar otro tren aún más pequeño?
Bühler rió ante el chiste de Miller.
-No David. No tomaremos otro tren.
-Con tantas vueltas que dimos nadie nos pudo haber seguido. De verdad espero que ese lunático se haya quedado en Canadá – Agregó Marín frotándose las manos para calentarlas.
- ¡No hay señal en el celular! – dijo Izambard quien había hecho varios intentos por marcar un número – Quisiera saber cómo están René y los niños.
-Es mientras ascendemos – respondió el suizo – Al llegar podrás hablar con ellos.
El tren finalmente se detuvo. Marín, Izambard y Miller no podían creer que aquella fuese una estación de trenes.
Imitaron a Bühler quien bajó del tren. No iban a hacer preguntas por los momentos, temieron por las posibles respuestas. Sin embargo, no entró a la estación, sino que comenzó a caminar a un lado de los rieles haciendo un ademán para que le siguieran. Al cabo de unos diez minutos de caminar sobre la nieve, encontraron al pueblo.
Sepino parecía haber salido de un dibujo de un libro de cuentos. Los árboles que le rodeaban estaban completamente nevados. Las casas parecían de una época pasada; en lo alto, se distinguía una iluminada cúpula de hierro de lo que parecía ser la iglesia principal del pueblo. A lo lejos se escuchaba una melodía tradicional coreada con risas y cantos. Sin embargo, Bühler no entro al poblado, sino que siguió de largo por un camino nevado. Los demás se detuvieron.
-Urs, no dijiste que seguiríamos avanzando – dijo Miller ya serio.
-Corrección – se defendió el aludido – Dije que no tomaríamos otro tren, y es cierto. Vengan, no sean flojos. No queda lejos.
Ya comenzaba a caer la noche. Les era difícil caminar por cuanto los zapatos que llevaban, aunque cómodos, no eran muy apropiados para caminar sobre la nieve. Aquél escenario tenía un aire fantasmagórico, pero por alguna extraña razón sentían que no había ninguna razón para temer.
-¿Crees que “Helvetico” nos esté llevando hasta el interior del bosque para degollarnos y beber nuestra sangre? – bromeó Miller en voz baja a Izambard – Leí en un foro de fans que creen que Urs es un vampiro.
La tensión del momento se rompió e Izambard comenzó a reír.
-¿Y tú lees esos foros David?
- Deberías intentarlo, te reirás a más no poder. Ni te imaginas lo que dicen las fans de nosotros.
-Puedo imaginarme cualquier cosa que digan de tí, Jajajaja.
Finalmente, Bühler se desvió hacia un costado del camino y penetró a través de unos arbustos. Allí encontraron una casa de piedra que tenía unos anexos a su alrededor. Debía ser la casa del “Amigo de Urs”. A los demás le sorprendió que en lugar de llamar a la puerta, el suizo comenzó a buscar en el interior de una de las lámparas que se encontraban en la fachada de la casa y sacó una llave. Abrió la puerta.
Un chillido como el de las alarmas comenzó a resonar, Bühler de inmediato tecleó unos números en una consola digital que se encontraba detrás de la puerta y el chillido cesó. Acto seguido encendió las luces.
-Adelante – dijo el suizo haciendo un ademán – Pónganse cómodos.
El interior de la casa, contrastaba en gran medida con el rústico exterior. La decoración era moderna, Marmol, piedra y madera se fundían con la tecnología resultando un ambiente equilibrado y agradable, sobrio pero acogedor. Bühler dejó caer su bolso de mano sobre el sofá, terminó de encender las luces, se dirigió al fondo de la sala y encendió la calefacción. Solo Marín rompió el silencio.
-Urs, ¿de quién es esta casa?
Un brillo destelló en los ojos del suizo
-Mía – respondió – esta casa es mía.
-Así que tu eres el “Amigo” – agregó el español a lo que el suizo sonrió
-Pero – dijo Izambard – ¿Qué pasó con tu casa en Suiza, y la que tienes al sur de Francia?
- Aún las tengo. La casa en Suiza se le dejé a mi madre, ella está muy cómoda allí. La que tengo en Francia es demasiado grande para mí solo, ya casi no voy allá. Siempre quise tener una casa en Italia, en el campo; y un día en mis “escapes” con mi moto llegue a este pueblo prácticamente por accidente. Algo en el aire me cautivó, y vi esta casa que estaba abandonada y en muy mal estado, parecía que había estado así desde hacía siglos, y, no me creerán, me sentí unido a esta casa, como si hubiese vivido aquí toda la vida. Llevo dos años restaurándola con mis propias manos.
-Se nota que has hecho un gran trabajo – dijo Miller con aprobación.
-¿Y qué dicen nuestros contadores? – preguntó Marín – ¿Saben que compraste esta casa?
-Pues – ahora sí titubeó – Yo pague por esta casa y he costeado y trabajado en toda su restauración, pero la titularidad la tiene otra persona.
-¿Qué? ¿Cómo es eso?
-Esa persona y yo llegamos a un acuerdo. En los registros de esta casa yo no existo. Nadie sabe que estoy relacionado con ella.
-¿Y qué te hace pensar que “esa persona” no vendrá un día y te echará de aquí? – objetó Izambard.
-No lo hará, es una persona muy confiable. Y no me pregunten quien es – dijo Bühler haciendo un ademán con sus manos – Como ya les dije, tenemos un acuerdo. Uhmm!!!! No se imaginan lo grato que ha sido para mí vivir aquí.
-Entonces, - alegó Marín – Las veces que desapareces del mapa y nadie sabe donde te metiste… ¿es porque estás aquí?
Bühler asintió.
-Entonces – dijo Miller – Estamos a salvo. Si nadie sabe que tienes esta casa es imposible que nos rastreen hasta aquí. Ese lunático ni se imagina en donde estamos.
Todos se sentaron en aquella cómoda sala. Una sensación de alivio y seguridad los invadió, fue muy reconfortante, les hacía falta. Ya había anochecido y Bühler mostró a sus amigos un pequeño cuartito escondido debajo de la escalera y que funcionaba como alacena. Tenía allí una gran cantidad de alimentos no perecederos, y algunos embutidos que, gracias al clima, se conservaban frescos durante meses. Tomaron unos frutos secos, salami, prosciutto, variedades de quesos madurados, biscochos salados, tomates enlatados... Los devoraron. David Miller siempre se mostro reacio a comer el muy singular “formaggio punto”, un tipo de queso muy famoso al sur de Italia, pero ese día, al degustarlo al fin, le pareció que era como un manjar para dioses.
*** *** *** ***
En Vancouver, Mason llevaba toda la tarde esperando aquella llamada. Finalmente:
-Diga, Habla el Sargento Paul Mason.
-“Buenas tardes” Soy Simon Cowell. Mi asistente me dijo que usted me había estado llamando por un asunto urgente. ¿A ocurrido algo malo?
-No, Señor Cowell. Aún no. Pero los Señores Marín, Bühler, Miller e Izambard, partieron de Vancouver esta mañana y nadie sabe de ellos, ni siquiera sus asistentes, quienes regresaron a Londres en un vuelo hace unas horas.
-Pero – dijo Cowell con tranquilidad – No veo nada alarmante en eso. Ellos no tienen por qué decirme a donde van cada uno. Son personas adultas y lo que hagan en su tiempo libre no me concierne.
-Le entiendo Señor Cowell, pero quizás usted no esté enterado de los últimos acontecimientos.
Mason le informó lo que había sucedido en el stadium, el cuervo muerto, el envío de aquel siniestro regalo a Sarah Miller, la fragancia herbal que terminó siendo agresiva a la salud de Bühler, el resultado de laboratorio de la sustancia encontrada tanto en el interior del cuervo como en las plumas de la caja entregada en Londres. También le comentó el hallazgo de cuatro aves muertas mediante la misma técnica aplicada al cuervo que fueron encontradas cerca de la entrada del Opus Hotel cuando la policía fue, por ordenes de Mason, a resguardar la seguridad mientras esperaban la hora de partir al aeropuerto, encontrándose con la sorpresa que los cuatro cantantes habían abandonado el hotel dos horas antes.
-“¿Cómo es que no me habían dicho nada? – dijo Cowell alarmado – ¡Nadie me ha informado sobre eso! ¿Usted cree… cree que ellos estén bien?”
-No se lo puedo asegurar, Señor Cowell. Por eso necesito su ayuda. Necesito que me diga a donde pudieron haber ido. Según los resultados preliminares en nuestra investigación, tenemos razones suficientes para creer que están en un serio peligro. Nos dirigimos al aeropuerto y revisamos las listas de pasajeros y descubrimos que abordaron un vuelo de Alitalia hasta Roma.
-¿A Roma? – Ahora Cowell sí estaba confundido – Pero… ¿Por qué demonios fueron a Roma? ¿Y… a sus familias? ¿Les avisaron?
-No pudimos hablar con la Señora Miller ni con la Señora Izambard porque no contestaron nuestras llamadas, y tampoco están en casa.
- Oh no… ¿Usted cree …? – La voz de Cowell se ahogó
- Si Señor Cowell, ellas también podrían estar en peligro. Incluso nos comunicamos con la ex novia del Señor Bühler, la Señora Tanya Rodney, pero tampoco estaba en casa.
-Eso… eso es muy extraño.
-Si sabe algo ¿Me llamará Señor Cowell?
-Claro Sargento Mason. También puedo avisar a la policía aquí en Londres…
-¡No! – la respuesta de Mason fue tajante – Cualquier información que tengan debe enviármela directamente a mí. Hay una investigación abierta aquí en Vancouver, y por seguridad no le puedo revelar muchos detalles.
A Cowell no le gustaron esas palabras, pero por los momentos debía confiar en Mason.
-Muy bien Sargento. Le avisare tan pronto sepa algo.
Cowell colgó el teléfono. Todo aquello que dijo Mason si era para preocuparse. Lo más extraño es que no le hubiesen llamado para pedirle ayuda; pero de pronto lo comprendió: Al desconocer la identidad del acosador, era lógico que por los momentos no confiarían en nadie, y aunque él haría rodar cabezas, de seguro alguien en la escala de mando sabría la información. Llamó a Sarah, no respondió, también a René, nada, ni los teléfonos personales atendían. Por último, llamó a casa de Tanya Rodney, pero nadie contestó. Por último intentó con el teléfono personal de Tanya hasta que:
-¡Hola Simon! ¿Cómo estás?
-¡Tanya! ¡Gracias al Cielo! ¿Dónde estás?
-En…. En casa de mi madre en Newcastel. ¿Qué ocurre Simon?
-Te ha estado llamando un agente de la policía de Vancouver , y no le has contestado.
- Seguro llamaron a casa. Billie y yo estamos en New Castel desde hace una semana. Sabes que mi teléfono celular es privado, muy pocas personas lo tienen. Pero ¿Por qué me está llamando la policía de Vancouver? Eh… - comenzó a preocuparse - Espera… Urs… él está en Vancouver… ¿Qué pasó…? ¡Simón dime…!
-Tranquilízate Tanya – Cowell, le contó a groso modo la información que le diera Mason, obviando algunos detalles, no quería asustarla.
-Dios mío… Él me llamó anoche, quería hablar con Billie… pero ella estaba dormida… discutimos… Pero no me dijo nada de esto ¡Simon! Si algo le pasara…
-No pienses en eso linda. Anoche no te dijo nada porque hasta ese momento nada había ocurrido. Toda esta locura lleva menos de 24 horas. Pero si Urs te llama por favor atiéndelo y que te diga en donde están.
*** *** *** ***
Mientras tanto, en Vancouver, el Sargento Paul Mason contemplaba en la pantalla de su celular, el mensaje de texto que hacía unas pocas horas había recibido de su contacto.
“Objetivo Localizado Espero Ordenes”
CONTINUARA...
Espero sus comentarios!!!
Besos para todas!!!!
Samantha Katherina*
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